Cultivando en el desierto

Publicado por: @jaguirre el 5 julio, 2011
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Aunque parezca increíble el cultivar en el desierto hoy día es una realidad. Por si no lo sabías, más de la mitad de las tierras cultivables del planeta son áridas o están bajo la amenaza de la sequía. Como van las cosas con todo esto del cambio climático, en los próximos años, esta situación podría ser incluso hasta peor: ya que, el cambio climático provoca la reducción de las precipitaciones y el aumento de las temperaturas globales. Gracias a la agricultura en el desierto millones de habitantes tienen alimentos  y de paso se van recuperando los espacios naturales. Países como Somalia, Etiopía, Níger, Egipto, Israel o Chile demuestran que la innovación y el uso de técnicas sencillas hacen posible el cultivo de diversas especies.

Las ventajas ecológicas y sociales de aprovechar zonas desérticas para su uso agrícola son diversas: los suelos se vuelven más fértiles y se reduce la erosión, un problema ecológico que ha aumentado en los últimos años; se mitigan los efectos del calentamiento global; los habitantes de estas zonas logran un recurso alimentario y económico que mejora sus condiciones de vida, en especial de los más desfavorecidos, y evita el éxodo rural a las grandes ciudades.

Masanobu Fukuoka, uno de los pioneros de la agricultura sostenible, emprendió hace unas décadas un sistema de cultivo que ha recuperado regiones áridas de Somalia y Etiopía. Según este experto, el desierto puede ofrecer los recursos necesarios si se siguen unos métodos naturales sencillos. Fukuoka asegura que si los países ricos quisieran ayudar a los subdesarrollados no les deberían enviar alimentos, sino semillas para que sus habitantes tuvieran sus propios cultivos.

Con la colaboración entre gobiernos, ONG e instituciones internacionales supone una esperanza para millones de ciudadanos sin recursos. Así lo han demostrado diversas iniciativas que han introducido la agricultura en zonas desérticas de países en vías de desarrollo. El Sahara cubre la gran mayoría de Níger, uno de los países más pobres del planeta. La aplicación, desde hace dos décadas, de varias técnicas sencillas y de bajo costo han recuperado para su cultivo varias áreas del desierto. El esfuerzo ha merecido la pena: en la actualidad, cuatro millones y medio de personas viven gracias a los productos cultivados en una extensión que ocupa una superficie similar a la de Aragón.
Por otro lado, las instituciones egipcias pusieron en marcha hace una década un plan para transformar áreas desérticas en cultivables mediante diferentes métodos agrícolas. De esta manera, se ha conseguido a la población un medio de vida y se ha evitado la emigración en varias partes del país.

Israel, con un 60% de sus tierras de cultivo en zonas de desierto, ha demostrado que la aplicación de diversas técnicas innovadoras supone resultados sorprendentes. Los recursos hídricos se obtienen de varias formas, gracias a un sistema de canalización desde el Mar de Galilea o del reciclaje de aguas grises de las zonas urbanas.

Los agricultores israelíes han introducido especies adaptadas a estas condiciones extremas, como la jojoba, la pitahaya, el cactus opuntia o varias especies de flores. El cultivo en invernaderos especiales proporciona diversos tipos de verduras, hierbas y flores para su exportación. En las zonas de dunas se cultivan cítricos o mango con agua reciclada y las zonas de colinas con escasas precipitaciones y muy erosionadas en el pasado se han recuperado mediante una intensiva reforestación. En otros lugares, también con condiciones áridas, se ha logrado el cuidado de ganado para productos lácteos, otras especies como avestruces o pescados como la Tilapia.

Durante todo este proceso, los científicos son fundamentales para extraer el máximo provecho de las zonas áridas o afectadas por la desertificación. En la Universidad de Chile, un grupo de investigadores de la Facultad de Ciencias Agrarias y Forestales estudia diversas especies vegetales, como la jojoba, la higuera, el granado y la alcaparra, para su explotación económica en tierras desérticas chilenas. Estos expertos señalan que estas zonas son cada vez más extensas en su país y se requerirán más de este tipo de cultivos adaptados a condiciones de estrés hídrico.

Los investigadores de la Universidad de Chile también señalan que el cultivo en áreas desérticas necesita un cambio de enfoque. En su opinión, la investigación mundial en estudios de resistencia o tolerancia a la sequía se ha centrado en la producción alimentaria convencional y, en concreto, en los cereales y algunas leguminosas. Sin embargo, estas especies no son las más aptas para las zonas desérticas. Es por eso, que destacan que lo lógico es trabajar en especies con características naturales de resistencia a este tipo de condiciones y que no compitan con suelos destinados a otras especies.

Toda la experiencia de esos pueblos antiguos que han vivido durante siglos en condiciones de aridez,  hoy dia puede ser de gran ayuda en la actualidad. Los indios nativos americanos en el Desierto de Sonora se basan desde hace siglos en un sistema natural de riego que aprovecha las inundaciones estacionales y las laderas para sus cultivos. En el Valle de Salt River, en Arizona, un sistema de canalización para riego creado hace unos quince siglos sin el uso de metales o de la rueda ha servido de modelo para los ingenieros actuales.

Las ciudades son «desiertos» que se pueden cultivar para beneficio de sus habitantes. Así piensa Nathan McClintock, de la Universidad de California-Berkeley, que estudia el potencial de la agricultura urbana en barrios desfavorecidos. Este experto se ha centrado en Oakland (California, EE.UU.), donde la comida rápida es predominante y el acceso a los alimentos frescos es escaso. McClintock utiliza técnicas de cartografía espacial para localizar tierras públicas que se puedan utilizar para la producción urbana de alimentos. El investigador estima que el aprovechamiento agrícola de estos espacios podría proveer hasta el 10% de las necesidades de productos frescos.

Como comprenderás, no importan cuales sean las condiciones naturales de las tierras para su cultivo, solo se necesita conocer qué tipo de especies sobreviven en esos climas y así poder sacar el mejor provecho a estos espacios.

Fuente: ecoticias.com

  • marco

    en lugar de dar pescado,enseñar a pescar