Paz y armonía con: meditación Vipassana

Publicado por: @jaguirre el 29 noviembre, 2013
Vipassana

La paz y armonía espiritual pueden encontrarse a través de una novedosa técnica de auto-observación que le ayudará a conseguir y mantener el equilibrio.

Si experimentamos constantemente agitación, irritación, falta de armonía, sufrimiento, la meditación Vipassana puede ayudarnos a controlar esos sentimientos.

¿Cómo vivir en la paz y armonía internas, y mantenerlas para que los demás puedan también vivir en esa paz y armonía? Para poder librarnos de nuestra agitación, tenemos que conocer la razón básica que la produce, la causa del sufrimiento. Al investigar este problema, nos damos cuenta de que nos sentimos agitados en cuanto generamos negatividades o contaminaciones en la mente.

Cuando sucede algo que no deseamos, surge tensión en nuestro interior, pero también esta tensión se presenta cuando aparentemente no existen obstáculos para obtener algo que deseamos. Con todas estas circunstancias empezamos a atar nudos en nuestro interior.

En el transcurso de nuestra existencia, siempre van a suceder cosas que no queremos y las que deseamos pueden o no realizarse. En este sentido no cesamos de atar nudos -nudos gordianos- que hacen que toda la estructura física y mental esté en tensión, llenándonos de negatividades, convirtiendo nuestra vida en continua desdicha.

¿Cómo podemos dejar de reaccionar ciegamente cuando nos enfrentarnos a situaciones que no nos gustan? ¿Cómo podemos dejar de generar tensión y permanecer llenos de paz y de armonía?

Tanto en la India como en otros países hubo personas santas y sabias que estudiaron este problema -el problema del sufrimiento humano-, y encontraron una solución: cuando ocurre algo no deseado y empezamos a reaccionar con ira, miedo o cualquier otro sentimiento negativo, hay que dirigir lo antes posible la atención hacia otra cosa, por ejemplo te levantas, tomas un vaso de agua y empiezas a beber; de esta manera la ira no solo no se multiplicará sino que empezará a disminuir; o  empiezas a contar: uno, dos, tres, cuatro… o repites una palabra, o una frase, o un mantra, o quizá el nombre de una persona santa hacia la que sientas devoción. Así desviamos la mente y nos liberamos de la negatividad.

Esta solución practicada hace tiempo era útil y aún funciona; ejercitándola, la mente se siente libre de agitación. No obstante solo sucede en el nivel de la mente consciente, al desviar la atención. Escapar no es una solución, hay que enfrentarse al problema; cuando surja una contaminación mental, obsérvala, hazle frente y pronto empezará a perder fuerza y poco a poco se irá marchitando y podrá ser arrancada de raíz.

¿Resulta fácil para una persona corriente enfrentarse a las contaminaciones? Cuando surge la ira, nos toma tan de sorpresa que ni siquiera nos damos cuenta de ello. Arrastrados por este sentimiento cometemos actos físicos o mentales que nos dañan a nosotros y a los demás. Poco después, al desaparecer la ira, empezamos a llorar y a arrepentirnos, pidiendo perdón a los demás o pidiendo perdón a Dios. La dificultad estriba en que no somos conscientes del momento en el que comienza esta contaminación. La contaminación o la impureza mental y la negatividad, no pueden coexistir con la paz y la armonía.